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Una de las huellas que mayores consecuencias tiene en nuestra vida adulta, en relación con nosotros mismos, con la vida misma y con los demás, es la huella del no-deseo.

Es una huella que lleva un gran porcentaje de personas, dado que venimos de unas generaciones en las que tener hijos no solía ser un acto consciente, sino el resultado de la educación, la moralidad, los patrones sociales y en un nivel más primitivo, un acto para la supervivencia de la especie.

A nivel general, podemos decir que el hecho de no haber sido deseados por nuestros padres genera una falta de autoestima, que se expresará con distintos matices. Esta falta de autoestima se relaciona también con enfado y soledad.

He hecho una división algo artificial de estos matices para que se entiendan, pero en realidad las sensaciones y creencias internas, en las personas con esta huella, se superponen unas con otras.

Creencia: “No tengo derecho a estar en la vida”

El deseo de los padres de tener un bebé es como la invitación a ese Ser a venir a este mundo.

Cuando viene un bebé que en apariencia no ha sido deseado, ya viene con la creencia de que se trata de un error, de que no debería haber venido.

Esto hace que la persona no consiga desarrollarse plenamente en la vida, sobre todo en lo material.

Es como una persona que está en una fiesta y no ha sido invitada, que no se atreve a comer del bufet.

Los bebés no deseados son personas que tienen dificultad para recibir de la vida, sea abundancia material, sea reconocimiento social. Viven a medias, con la permanente sensación de no pertenecer a este mundo, con la sensación de ser diferentes.

Creencia: “Molesto a los demás”

Si además de ser un bebé no deseado, en los padres, a nivel consciente, hay la creencia de que es

mal momento, bien sea por la situación económica, o bien sea por temas de cansancio o enfermedad de la madre, o bien porque la pareja de padres todavía no quería un bebé, en el bebé que está en el vientre, se instala la creencia de que molesta, de que su presencia es un problema para la familia. Estos bebés, en su vida adulta, serán personas que siempre intentarán pasar desapercibidas. Procurarán no pedir nunca nada a nadie, no ser una carga, espabilarse solas.

Por otro lado, como sienten que no deberían estar aquí, se dedican a complacer permanentemente a los demás, buscando así molestar menos o ser útil para justificar su presencia. Esta búsqueda permanente de complacer a los demás se vive con una cierta angustia. Son personas a las que les cuesta mucho recibir atención, ayuda y amor.

Creencia: “Nadie me quiere, no hay lugar para mi”

El bebé no deseado no se siente amado por sus padres, incluso en el caso de que, una vez pasado el

susto de la noticia de que viene el bebé, los padres se alegren y se vuelquen en él. La primera sensación de no ser bien recibido, de no ser esperado e incluso de causar preocupación en los padres es suficiente para que el bebé tenga la creencia de que no es amado. Si esta sensación se confirma a lo largo de la gestación y luego en la infancia, estas personas desarrollan una gran necesidad de reconocimiento, lo que afectará mucho a sus relaciones afectivas.

No se sienten con derecho a ser amados y a la vez buscan obsesivamente serlo, hasta el punto de ignorarse completamente. Toda su atención está puesta en obtener la atención de los demás, con lo cual su vacío interior es cada vez más creciente, al igual que su sensibilidad al rechazo, que es muy alta.

Creencia: “La vida no tiene sentido”

Los bebés no deseados no entienden porque están en la vida. Esta sensación es muy sutil pero está

muy arraigada en estas personas, que se pasan toda la vida buscando un sentido, buscando respuestas que les ayude a encontrar su lugar en el mundo.

La existencia de un bebé se forma a través de sus padres, de hecho se percibe únicamente a través de ellos y esto dura más allá del vientre materno hasta los 9 meses aproximadamente. Si el bebé no es deseado por los padres y no se siente amado por ellos, se siente invisible y no encuentra sentido a su existencia.

Estos bebés son personas que sufren de una gran desorientación o de un gran vacío existencial. Pueden tener también muchas ganas de irse, de desaparecer o pasan la vida sin sentir nada especial, como cumpliendo una obligación que esperan que acabe algún día.

La búsqueda permanente de sentido les genera también una gran insatisfacción, tristeza y ansiedad.

Cuando hacemos un proceso de comprensión profunda, estas creencias que vienen del aparente no- deseo de los padres llegamos a una nueva toma de conciencia, que es que una vida no puede ser creada si antes no ha habido un deseo, tanto por la vida misma a un nivel espiritual, como por los padres a nivel inconsciente.

La mejor manera de hacer este proceso es desde la propia conciencia de embrión, que nos lleva al origen más profundo de esta huella, que luego en nuestra vida adulta se expresará con los matices descritos.

Por Catherine Hansen – Terapeuta de las Memorias Prenatales